jueves, diciembre 22, 2005
Lavando Platos
Hoy estuve lavando platos. Tuve la suerte de que ninguno se quebrara, aun que sí lavé platos rotos, incluso me di el tiempo de repararlos.
Ahí me encontraba, sentada en el living mi casa/depto leyendo un libro acerca de emociones y como estas influyen en la generación de enfermedades, escuchando la suave música del mar, cuando me ví en la necesidad de tomar agua. Me levanté y fuí a la cocina, y me veo con la sorpresa de que en el lavaplatos habían platos sucios. La mesita de servicio estaba llena de platos, vasos, tazas, cucharas y tenedores, al igual que en borde del lavadero, platos sobre platos, algunos grasientos, otros medianamente limpios, y otros inmundos. Parecía como si fuera la pesadilla de algún chef que posee un restaurant fino. Una imagen como los de los restaurantes italianos de las películas gringas en la que el chico que lava tiene muy poca iniciativa.
Al mirar por encima de los platos, me dió una depresión leve, la flojera de tener que lavar los platos. La rejilla del lavadero no la veía, por lo que entre a desesperarme, y fue entonces que tome la esponjita amarilla/verde/opaca, la bañe en "oh bendito" Quix, abrí la llave del agua y me dispuse a lavar uno por uno todos los artilugios culinarios.
A mitad de mi camino hacia la limpieza máxima, me di cuenta de algo (la verdad que de muchas cosas), que el lavadero era como mi cabeza, tenía platos sucios y medianamente sucios (experiencias malas) y platos inmundos (experiencias muy muy muy malas), y quede atrapada en un limbo existencial. Cada plato que veía era una experiencia pasada, que nunca las evalué ni las superé (en caso de las malas) y las fuí juntando ahí en el lavabo, pero tarde o temprano tendría que hacerlo, al igual que los platos. Mientras mas tiempo los dejaba ahí, mas polvo, suciedad y grasa se le juntaba, a un punto en que era muy difícil limpiarlo.
Mientras lavaba cada plato, recordaba la ocación en que los había ocupado, si me habiía gustado la comida o no, platos que me habían acompañado en noches de humor, tristeza, alegría, intimidad, etc.
Fuí pensando en los platos de mi cabeza, en aquellos montones de platos que deje ahí, arrancando para no lavarlos, y se fueron acumulando con el correr del tiempo, posandose sobre ellos una capa de polvo y olvido. Le estaba huyendo a la responsabilidad de decir "MIS PLATOS ESTAN SUCIOS, TENGO QUE LAVARLOS!". Y es así, tarde o temprano se tienen que lavar, no puedo pretender tener platos sucios... porque que pasaría si se me acaban los platos??. Hubieron platos que los lavé sin mayor problema, otros que tuve que lavarlos y enjuagarlos, y otro simplemente que tuve que lavarlo, y lavarlo, y relavarlo, hasta que quedara relativamente limpio. Igual pasaba en mi cabeza en ese momento, mis mayores problemas o temores, los fuí amontonando en un lavadero, y ahora que me he dado cuenta de que existen, debo lavarlos, pero necesitaré mucho tiempo para lavarlos, enjuagarlos, volver a lavarlos y enjuagarlos, para poder guardar en la gaveta.
Al final, plato a plato se fueron acabando y mi lavadero quedo practicamente desocupado, por fin pude ver la rejilla. La rejilla que tanto ansiaba ver y que no podía verla por que los platos la tapaban. Solo me quedaba un vaso por lavar. Aquel vaso sería el que me iba a dar aliento. Llene el vaso con agua y me lo tome. Como mi lavadero se veía tan lindo limpio, tenía ganas de seguir, lo que me llevo al orden de la cocina y a su limpiado.
Me di cuenta de que mi persona es como mi casa/depto. La puerta de la cocina siempre esta cerrada, por lo que mi hogar siempre se ve lindo, ordenado y sin problemas, pero cuando abrí la cocina, descubrí muchas cosas sucias.
Mis platos quedaron limpios, al igual que mi cocina. Pensaba en soluciones rápidas. Podía botar el plato sucio, pero me quedaría en la memoria que bote un plato, que para mas adelante me podría haber servido, o usar platos plasticos, pero no me gustó la idea de botar mis problemas a la basura como si nunca hubieran existido.
Se que los platos no quedaron completamente limpios, quizás quedaron manchaditos en alguna parte de la loza, pero por lo menos estan limpios "libre de todo pecado y de todo pescado", y así me gustan mis platos. Pude ver la rejilla y ahora deseo ver la rejilla de mi cabeza, la que mucho tiempo dejer estar y que ansío poder ver el agua fluir por ella una vez mas. Ahora que me dí cuenta podré ordenar mis platos, lavarlos con cuidado, y guardarlos en un lugar que no me olvide, y que no me desespere. Así mis platos me darán seguridad y felicidad en lo que respecta a mi casa/depto, en la sección de cocina que esta loquita pudo limpiar, por primera vez en su vida, sin rencor ni rabia...